Mi nombre es Ricardo Ochoa, fui vocalista, guitarrista, flautista y compositor de Peace and Love en la década de los 70. La historia oficial intentó encapsularme en una mentada de madre que sería supuestamente, la responsable de la prohibición del rock en México en aquel entonces. ¡Vaya disparate!, nunca me lo creí y mucho menos ahora, sin embargo, el modus operandi de las autoridades represoras, convenció a muchos de que efectivamente había sido mi culpa y entonces me convertí, como se dice coloquialmente, en el chivo expiatorio que libraba de toda culpa a un gobierno que en su incompetencia y temor de ser superado por la juventud, decidió asesinarla… Todos ustedes deben conocer la historia, me consta que las nuevas generaciones de músicos de rock está mejor informada y que por lo tanto es innecesario insistir en la tragedia del 68, el halconazo del 71 y los abusos de autoridad de la llamada: razia. Así que me enfocaré en otra parte de la historia que tiene todo que ver con lo que quiero comunicarles.
Después de hacer núcleo con la banda, es decir, después de ejecutar un pequeño ritual en el que todos los Peace and Love nos tomamos de la mano haciendo un círculo de buena vibra, subimos al escenario y después de que Felipe Maldonado se las ingeniara para arreglar un problema de voltaje que teníamos con el órgano hammond, abrimos con: Memories for those who are gone, tema que inicia con un largo solo de flauta y que el público con la adrenalina hasta arriba, apuraba… Entran los metales, la banda rechifla y nos insta a prendernos… entran entonces la batería, el bajo y el órgano en una especie de marcha que da entrada a los primeros versos de la canción que comienza a cantar Ramón Torres: … Now that you are here tell me why your look is so sad… la melodía se va desarrollando in crescendo hasta alcanzar una breve pausa que se rompe en lúgubres lamentos, largos gemidos y expresiones de dolor que nos llevan al silencio. La expectación del público no puede ser más grande y entonces grito, estalla mi alarido y estallamos todos… Fue tal la energía de esa apertura, que al final de la misma, mi hermano el baterista, Ramón Bozzo, rompió dos parches de la batería... Ese fue el inicio de nuestra participación en el ahora mítico Festival de Avándaro, participación que alcanzó su punto más alto cuando por algo que veo ahora como un regalo de la vida, tuve el privilegio de dirigir el coro más poderoso que ha entonado el rock mexicano sin duda alguna. En una sola voz, desde ese remoto lugar en el Estado de México, a los cuatro vientos entregamos nuestra voz:
¡Tenemos el poder!, ¡tenemos el poder!, …
No quisiera agobiarlos con la nostalgia que mis memorias pudieran llegar a causarles, así que para pasar a lo que específicamente quiero comunicarles, sólo agregaré que mi trabajo dentro de la música no se ha interrumpido desde entonces.
Queridos todos, es momento de establecer un puente de comunicación entre las nuevas generaciones de músicos de rock y aquellos que hemos sido en otro momento los protagonistas de este fenómeno cultural en México. He seguido con mucha atención el curso del rock desde los 70’s hasta nuestros días, y puedo decir con cierto orgullo como productor, que en gran medida tengo perfectamente ubicados a los grupos nuevos que están haciendo las cosas bien, ¡caray!, ¡hay tanto talento en México! Reciban de todo corazón mi respeto y reconocimiento a su trabajo, no duden nunca de que en su música se halla el poder que puede transformar al mundo, sigan creando, sigan rockeando y si les parece pertinente, sumen su propuesta a esta celebración del 50 aniversario del Festival de Avándaro en: www.festivalavandaro.com. Festejemos con un gesto de fraternidad transgeneracional nunca antes visto, que lo absolutamente poderoso, la vida, sigue y seguirá palpitando fuertemente entre nosotros. Como dijera mi amigo Era Xochihua:
“A manera de ofrenda para los caídos, de llamado a la acción para el presente y de elogio encomiable para los hombres y mujeres libres del futuro, ¡salgan alebrijes de todo el mundo, vamos a volar!”
Paz y amor.
Ricardo Ochoa.
Transcrito por: Eratóstenes Flores. 15/07/2021.